Esta licencia, inicialmente proyectada sólo para Estados Unidos, afectará a todas las nuevas películas Disney que lleguen a los cines, así que no tendrá carácter retroactivo.
Con este movimiento, Netflix va más allá de la creación de contenidos propios: se asegura de que ciertos contenidos de terceros no estén disponibles fuera de su plataforma. Aunque tiene una desventaja, por decirlo de alguna forma: la dureza de negociar país a país cada exclusividad.
En el caso de las producciones propias, Netflix tiene la manga ancha suficiente como para añadirlas o restarlas de catálogos regionales a su antojo. Esta versatilidad y libertad se pierde en los acuerdos de exclusividad, motivo por el cual al menos en una primera fase el acuerdo entre Disney y Netflix no saldrá de Estados Unidos.
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