ZTE ha paralizado sus principales actividades comerciales por tiempo indefinido. No ha cerrado como tal, pues afirman tener efectivo suficiente para afrontar sus actuales acuerdos y litigar con el Gobierno de los Estados Unidos, pero tampoco se descarta que lleguen a hacerlo. La sanción impuesta por los estadounidenses está siendo dañina, y ya vemos los primeros efectos colaterales.
La historia viene de hace unos años, cuando ZTE se saltó el bloqueo a Irán y comerció con ellos, hecho que le supuso una sanción de en torno a 900 millones de dólares. Hoy, ZTE tiene prohibido hacer negocios, entre otros, con Qualcomm, lo que priva a la empresa china del acceso a sus módems y procesadores móviles. Así que la compañía ha decidido paralizarlo todo, y parece que también sus servidores de actualización.
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Los servidores de ZTE encargados de alojar y entregar las actualizaciones de los teléfonos están, aparentemente, fuera de servicio. Es poco probable que este hecho se haya producido de forma casual, o que la desconexión de los servidores haya sido involuntaria, pues coincide con el apagón del resto de ZTE.
Los responsables del fabricante chino ordenaron ayer a su fuerza comercial en Europa frenar las ventas, se cancelaron los pedidos por parte de las operadoras en el viejo continente y, según hemos conocido, también en otras zonas. Como Telstra, en Australia. Hemos contactado con ZTE para conocer su versión de los hechos, pero aún esperamos una respuesta oficial de parte del fabricante.
Lo que sabemos hasta ahora es que ZTE ya no vende ningún teléfono y que, a tenor de la información que ahora les aportamos, tampoco los actualiza. Veremos qué consecuencias tiene que el fabricante deje de lado a los clientes que han confiado en la compañía comprando sus productos con la promesa de dos años de actualizaciones y de servicio técnico. Por ahora, la compañía permanece en silencio y los usuarios de ZTE no pueden actualizar. Ni siquiera les llegarán los parches de seguridad mensuales de Android.
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