miércoles, 1 de junio de 2016

BLOODLINE

Bloodline es una serie original de Netflix que recibe mucha menos atención de la que merece. No es una obra maestra, ni tampoco va a atraer la gigantesca audiencia que tienen cosas como Orange is the New Black o House of Cards, pero el drama protagonizado por Kyle Chandler, es una muy buena serie de televisión.

A este show le va excelente vivir en el servicio de streaming, y aunque ambas temporadas de la serie las he visto en apenas un fin de semana, hubiese preferido hacerlo más despacio, cuando me provocara, pero estas reseñas no se iban a escribir solas. Bloodline es una serie densa, los temas que trata pueden resultar bastante cercanos para muchas personas, pues se centra en la familia y en lo disfuncional que puede llegar a ser una. En el caso de los Rayburn, a un extremo que incluye de violencia doméstica a homicidios.





Cuestiones familiares


La primera temporada termina justo con John, Meg y Kevin cómplices de asesinato intentando continuar con sus vidas y huir de la culpa de haber matado a su propio hermano. Danny siempre fue la oveja negra de la familia, siempre en problemas, siempre menospreciado, siempre el malo de la historia. De niño nunca tuvo nada a su favor, pues su padre, un hombre con un pasado bastante turbio y con muchos secretos que esconder, lo culpó por la muerte de su hermana menor y lo maltrató físicamente. Su madre no sólo no hizo nada para protegerlo, sino que además de permitir el abuso también cubrió la verdad y convirtió en cómplices a sus otros tres hijos.

Años después, la historia parece repetirse, aunque con algunos matices importantes. Danny no era un santo, parte de lo que sufrió en su infancia lo convirtió en un hombre inestable, y una serie de malas decisiones tras otra, termina en una posición muy mala. Al final de la primera temporada un supuesto hijo aparece, y en ésta conocemos en más detalles cómo la familia de Danny nuevamente intervino en su vida solo para alejarlo más de ellos. Su madre no quiso que tuviese el niño, y decidió no hacer más preguntas, así que nunca se enteró de su existencia. Papá Rayburn optó por tener otro secreto.

Daniel y su familia eran básicamente extraños que se odiaban, sólo estaban unidos por malos recuerdos y por la sangre. Toda su vida pensó que lo peor que pudo pasarle fue haber nacido un Rayburn, es gracioso que John pensase lo opuesto apenas unos días atrás.



Hay un par de momentos en la temporada, en los que aún en la tumba, Danny se las arregla para cobrárselas a su familia. Te da la impresión de que a pesar de todo el desastre en el que está metido, John lo mataría otra vez si lo tuviese enfrente. No es algo que se diga en voz alta, pero la serie es capaz de transmitirlo perfectamente, esa ira y ese odio siguen ahí, y es lo que mueve a esta gente y al mismo tiempo los consume.


No puedes huir de tu propia culpa



Esta segunda temporada gira completamente alrededor de lo qué pasa ahora que John, Meg, y Kevin necesitan esconder lo que han hecho. El crimen que han cometido los persigue, y no sólo es el hecho de que están involucrados en un homicidio, que están pasando por problemas financieros, de alcohol, de drogas, y de trabajo, sino que la culpa que sienten los empieza a consumir lentamente y los transforma en personas mucho más violentas. Los empuja a tomar decisiones que sólo terminan haciendo más daño a sí mismos y a quiénes los rodean.

Lo que desde afuera puede verse como una familia perfecta con un gran estatus social, terminan siendo un montón de personas tóxicas que no tienen ni idea de cómo tratarse bien y ayudarse unos a los otros. Los secretos, las mentiras y conspiraciones hacen de Bloodline una serie muy interesante, pero al mismo tiempo pesada y en ocasiones abrumadora, no es fácil de ver, pero cada episodio termina de tal forma que sientes la necesidad imperiosa de saber qué será lo que va a pasar luego.

Los Rayburn parecen estar condenados a vivir huyendo de los fantasmas del pasado, a huir de sus propias culpas y a lavar sus conciencias en alcohol y negación. Pero tarde o temprano tendrán que pagar.



Esta temporada solo tiene 10 episodios, a diferencia de los 13 de la primera. Se me han hecho mejores, más dinámicos y pareciese que pasasen más cosas. El ritmo se ha mantenido igual casi todo el tiempo, con sus altos y bajos, bastantes momentos cruciales que te dan desenlaces satisfactorios (muy diferente a desenlaces felices), y todos los actores son convincentes en sus roles, es una serie sólida. Esperarías que con 23 episodios bastase para finalizar una historia de este tipo, y hasta ahora no sabemos si habrá una tercera temporada. En teoría, no hace falta más, pero nunca se sabe.



Publicado bajo licencia Creative Commons

No hay comentarios.:

Publicar un comentario