viernes, 24 de junio de 2016

SE HUNDE PEKIN


Pekín se encuentra sobre una llanura seca donde el agua subterránea ha acumulado a lo largo de los siglos, un enorme acuífero natural. Pero durante años la perforación de pozos y la extracción indiscriminada de agua ha convertido la región en el equivalente geológico de "como una esponja reseca". Se cree que a día de hoy, decenas de miles de pozos de agua se extienden sin control alrededor de una de las ciudades más grandes del mundo.

Con un área metropolitana de unos 25 millones de personas, Pekín ha sido históricamente una de las aglomeraciones humanas con más problemas de abastecimiento de agua y, como descubrimos ahora, los esfuerzos por calmar la sed de la capital china han tenido consecuencias. Pekín se está hundiendo y mucho. Algunas zonas a un ritmo de 11 centímetros al año. Una auténtica barbaridad.


No es que sea un problema nuevo: se sabe que la zona donde está asentada la ciudad de Pekín lleva hundiéndose al menos desde 1935. Pero un nuevo estudio que utiliza imágenes de satélites ha descubierto que la sobreexplotación hídrica está haciendo que la geología bajo la ciudad colapse y se esté hundiendo poco a poco. A la cabeza, el distrito de Chaoyang, el centro empresarial de la ciudad, que se está hundiendo a razón de 11 centímetros al año.

El estudio ha sido publicado en la revista Remote Sensing y los autores advierten que, de no ponerse freno, este colapso geológico pone en riesgo la seguridad de todo el área metropolitana. Y aunque actualmente están "llevando a cabo un análisis detallado de los posibles impactos del hundimiento de infraestructuras críticas en la llanura de Pekín", ya avisan de que "la circulación de trenes (especialmente, los de alta velocidad)" está en serio peligro.

El año pasado, China puso en marcha un proyecto de 50 mil millones de euros que incluye la construcción de un trasvase y una red de canales de 2400 kilómetros para desviar 44 mil millones de metros cúbicos de agua hacia la capital. Pero la constatación del riesgo ha llevado a las autoridades a cerrar los 367 pozos del distrito de Chaoyang e iniciar una política hidrológica mucho más dura. Inesperadamente, Pekín se ha convertido en un laboratorio inmejorable para estudiar políticas de gestión y recuperación que van a hacer falta (y dentro de poco) en muchos otros sitios del mundo.



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