La animación televisiva lleva ya varios años pasando por un gran momento y solamente la resistencia de algunos espectadores a ver este tipo de series está impidiendo que títulos como, por mencionar solamente un puñado de casos, la ya finalizada ‘Gravity Falls’, ‘Rick & Morty’ o la veterana ‘South Park’ tengan un reconocimiento más extendido. Es una pena que así sea, pero del mismo modo que la comedia es peor vista que el drama, la animación lo es respecto a la acción real.
Uno de los mejores ejemplos de ello es ‘BoJack Horseman’, una propuesta que sobre el papel parecía una lectura en clave de humor del mundo del espectáculo y que con el paso de los episodios y las temporadas ha ido demostrando que es muchísimo más que eso. Para empezar es una serie con una precisión envidiable a la hora de mostrar los efectos de una depresión, pero lo hace de tal forma que tan pronto de hunde en la miseria como consigue que se rían sin parar.
‘BoJack Horseman’ como comedia
La serie creada por Raphael Bob-Waksberg nunca ha ocultado su intención de criticar el mundo del espectáculo desde un punto de vista cómico, lo cual le ha permitido jugar con la imagen de algunas estrellas de Hollywood pero también aprovechar el hecho de que sus protagonistas son principalmente animales para introducir infinidad de bromas en esa dirección -algo que también va más allá de eso e incluso afecta a su propia actitud ante determinadas situaciones no necesariamente vinculadas a Hollywood-.
A todo ello hay que unir unos afilados diálogos que saben manejar todo tipo de comedia, desde los meros intercambios verbales hasta la creación de situaciones que saben manejar el ridículo tanto para desmontarlas como para ser la base sobre la que construir la evolución de sus personajes, y es que otra de las claves de la serie es que sus protagonistas no se mantienen estáticos como sucede en otras propuestas animadas, sino que van cambiando tanto ellos como su estado de ánimo.
‘BoJack Horseman’ como drama
Esa ha sido la realidad de BoJack durante tres temporadas, llegando a parecer tan condenado a una perpetua infelicidad que casi deseábamos que se uniera al grupo de caballos al final de la tercera temporada. En la cuarta tiene que volver a lidiar con ello y esa “paternidad” inesperada le sirve a la serie para volver a reflexionar sobre sus errores hasta tal punto que se siente más dolorosamente real que nunca en un sexto episodio que, pese a todo, también conserva su capacidad para hacernos reír.
Además, esta temporada BoJack no ha sido, ni mucho menos, el único animal herido de la serie, pues ha habido oportunidad para incidir en el dolor interior de todos los protagonistas, desde el descubrimiento de su asexualidad por parte de Todd hasta los problemas conyugales entre Diane y Peanutbutter, sin olvidarnos de la lucha por la maternidad de Princess Carolyn. Era el material de cultivo para destrozarnos por completo, pero ‘BoJack Horseman’ nos ha sorprendido abriendo una pequeña luz de esperanza hacia el futuro.
Es cierto que lo ha hecho siguiendo un camino especialmente doloroso -el undécimo episodio de la cuarta temporada es magistral revisando la enfermedad de la madre de BoJack hasta el punto que llega a afectar a la propia animación del capítulo-, mostrando además una clarividencia envidiable para ponerlo en palabras de forma tan sencilla como efectiva -inolvidable el momento en el que Hollyhock habla con Bojack sobre esas voces en tu cabeza que te hacen sentir como un fracasado-.
Otros detalles de esta maravillosa serie
Creemos que no seremos los únicos que señalaremos al primer episodio de esta cuarta temporada como el menos inspirado de todos. La ausencia de BoJack y el loco desafío de Peanutbutter dejaban un sabor de boca extraño, como si la serie se hubiese reducido a uno de los únicos aspectos sobre los que se apoya su grandeza, pero seamos justos, ayuda a introducir ese elemento político que hace tiempo que aparece de cuando en cuando en la serie y también sirvió para establecer que solamente Diane se mostraba infeliz ante la ausencia del antiguo protagonista de ‘Horsin’ Around’.
A partir de ahí se incidió más en la carrera política de Peanutbutter, pero también sirvió para relanzar las convicciones morales de Diane, permitiendo incluso una curiosa lectura sobre el control de armas y la forma en la que es percibida la mujer por la sociedad. Otra gloriosa reflexión que añadir a otras del pasado como la referente al aborto de la tercera temporada, y además esencial para entender la evolución de la relación con su marido.
Esto es algo que la serie ha ido añadiendo a su repertorio para completar un cóctel explosivo que cuesta creer que pudiera llegar a funcionar en una serie en acción real. Es precisamente la introducción de los animales lo que ayuda a que ese constante balanceo entre el drama, la comedia y la reflexión funcione tan bien y afecte de forma más pronunciada al espectador. No faltan pequeños detalles a mejorar, pero esta cuarta temporada ha reafirmado a ‘BoJack Horseman’ como una de las mejores series en emisión y quizá la mejor de Netflix por mucho que no se lleve tanto reconocimiento como otras.
Ahora la duda está en saber cuál será el siguiente paso a dar por ‘BoJack Horseman’. La quinta temporada ya está confirmada y probablemente sea el momento de empezar a coquetear más seriamente con la posibilidad de que sus protagonistas puedan ser realmente felices y no pasen por tales altibajos que acaban afectando hasta al ánimo del espectador.
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