El profesor asistente del Instituto de Tecnología de Georgia, Saad Bhamla, tras estudiar el Spirostomum ambiguum, considera que este protozoo unicelular es una de las criaturas más rápidas que existen. Pero, a su vez, es tan diminuta que no puede verse con el ojo desnudo.
Común en muchos lagos y estanques, el Spirostomum normalmente se mueve con pequeños pelos llamados cilios.
Prozoo de récord
Los músculos humanos dependen de la actividad de las proteínas de la actina y la miosina, pero las pequeñas criaturas como este protozoo deben su movimiento a resortes supramoleculares, pestillos y motores que con mayor frecuencia se encuentran en el mundo mecánico.
Todavía se ignora cómo es capaz de hacer algo así sin dañar sus frágiles estructuras internas, si bien la física y las matemáticas que se aprendan tras esclarecer estos enigmas podrían ayudar a avanzar en la nanotecnología y acelerar una nueva generación de robots diminutos. Tal y como explica Bhamla, que es profesor asistente en la Escuela de Ingeniería Química y Biomolecular de Georgia Tech:
Si podemos entender cómo funcionan, tal vez la información puede cruzar para llenar el vacío de los pequeños robots que pueden moverse rápido con poco uso de energía.
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