miércoles, 22 de agosto de 2018

WAYMO


En la dura y larga carrera por el coche autónomo en la que confluyen fabricantes de automóviles y grandes tecnológicas, Waymo es uno de los actores más aventajados. La filial de Alphabet, que comenzó su andadura en 2009 como el Google Self-Driving Car Project, lleva casi una década de desarrollo y más de un año operando en pruebas con los más de 400 participantes de su programa Early Rider, que disfrutan de viajes gratuitos -y experimentales- en las cientos de Chrysler Pacifica de la compañía equipadas con hardware y software de conducción autónoma.

Estos testers de la plataforma de Alphabet usan los coches de Waymo para realizar viajes al colegio, al gimnasio, al centro comercial o a cualquier otro lugar dentro del área delimitada por la empresa en Phoenix, Arizona. La elección de este estado norteamericano no es casual: sus carreteras son amplias, su clima es soleado, es limítrofe con California y sus gobernadores llevan un tiempo pugnando para ofrecer un escenario óptimo a nivel legal para el desarrollo y experimentación con los coches autónomos.

Acelerando hacia la rentabilidad

Con sus pruebas allí, Waymo está optimizando su plataforma para lanzar su servicio comercial de transporte autónomo a finales de este año, y ahora sí, cobrando por ello, cantidades que aún no han sido reveladas. Por supuesto, la idea es convertirse en un negocio rentable dentro de Alphabet. De trasfondo, el hito de convertirse en el primer servicio de taxis autónomos del mundo. Aunque al menos en un principio sí habrá un humano a sueldo de Alphabet dentro del coche, pero con funciones únicamente de supervisión: la conducción será 100% autónoma. Y Arizona ya permite el transporte sin ningún humano supervisando siquiera.

A unos meses de un lanzamiento que promete ser histórico, The Vergeha tenido acceso al depósito de Alphabet en Phoenix, donde toda su flota de vehículos es almacenada, puesta a punto y revisada por ingenieros, técnicos y mecánicos. Gerentes y representantes de atención al cliente se encargan de tener lista la comercialización.

Uno de los primeros aspectos clave de Waymo es que para hacer rentable a la división, que ha tenido que realizar fuertes inversiones en los propios coches y en el largo desarrollo de la plataforma de conducción autónoma, pondrá a los coches de forma casi permanente en las calles, algo que hará que el kilometraje y las horas en marcha sean muchísimo mayores que en los coches promedio que conocemos hoy día, que pasan la gran mayoría del tiempo parados.


En los breves descansos de esos coches de Waymo se hace y hará una revisión y calibración previa antes de ponerlos de nuevo en la carretera, como explica a The Verge Ellice Pérez, quien supervisa los equipos técnicos y humanos de la flota en Phoenix.

"Es como revisar un avión antes de que despegue. Así lo hacemos con nuestros coches. Calibramos los sensores, revisamos el hardware y el software. Podríamos revisar los niveles de fluidos, la profundidad de las bandas de rodadura de los neumáticos, y otros aspectos de seguridad. Entonces los coches serán lanzados de nuevo a la carretera", explicó la ex-miembro del equipo de Zipcar, una plataforma de coches compartidos.

Esas inspecciones de seguridad comienzan a las cinco de la mañana. Cuando se han completado, se determina el destino de cada vehículo en función de la enorme cantidad de datos que recopila Waymo de todos sus viajes anteriores y simulaciones. De esta forma distribuye la flota de la forma más óptima posible anticipándose a la demanda. A mediodía, los coches vuelven al depósito para realizar el cambio de turno del supervisor a bordo.

Qué hace un coche autónomo ante un escenario para el que no está preparado


En el desarrollo de los coches autónomos ya estamos habituados a ver sistemas sobradamente preparados para la detección de señales verticales, señales pintadas en la calzada, o peatones -en la misma Arizona, un coche autónomo de Uber mató a un peatón y John Krafcik, CEO de Waymo, dijo que eso no hubiese ocurrido con un coche de su flota-. El problema es qué ocurre con escenarios complejos que no han tenido cabida en las simulaciones que preparan los ingenieros de Alphabet en la sede de Mountain View.

Cuando un coche de Waymo detecta una situación así, que no puede resolver con la información que ya tiene, "llama" a un equipo de respuesta que resuelve la situación por él -se comunica con el sistema para darle una orden, pero no lo conduce en remoto-, y manda un mensaje al resto de la flota para que evite circular por ese punto de conflicto.

Los coches de Waymo también tienen otros sistemas de apoyo al supervisor o a los pasajeros. Por ejemplo, la aplicación para smartphones, que permite comunicarse con la central ante cualquier incidencia o duda, algo que también es posible mediante un botón en el techo, similar al sistema OnStar.


La cámara interna de la imagen sirve para poder ver el interior del vehículo en remoto en caso de incidencia, aunque también para revisar el habitáculo en busca de posibles objetos perdidos tras un viaje, un clásico del mundo de los taxis.

Algunos de sus pasajeros experimentales han explicado a The Verge algunas de las ventajas que consideran en el servicio de Alphabet, como que es "predecible" ya que siempre obtienen el mismo modelo de coche, en las mismas condiciones de limpieza y comodidad. También han valorado la evolución en el estilo de conducción: se ha ido naturalizando, haciéndose menos mecánica y más similar a la de un humano cauteloso.

Los planes de Waymo van más allá del transporte urbano e interurbano bajo demanda: ya está pensando en coches autónomos que puedan comprarse en un concesionario por parte de particulares, en soluciones de logística y en llevar su tecnología al transporte público. Pero eso será parte de las próximas fases.

Mientras tanto, empresas como Uber o Lyft, que han supuesto una gran amenaza para los taxis tradicionales, ven cómo ahora son ellas las amenazadas por sistemas de conducción que ya no tendrán que pagar un sueldo a un humano al volante. Uber, tras la tragedia de Arizona, vio muy resentidas sus opciones en este sector: dejó de operar en este estado y despidió a 300 empleados que trabajaban en el proyecto. Waymo acelera, aunque el despliegue, que requiere de grandes inversiones y está supeditado a que los gobiernos regulen el transporte autónomo, no será ningún camino de rosas.



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