Reconozco que no conocía el famoso pastel Biarritz hasta que me encontré con la receta vagando por las redes hace unas semanas. Me enamoró su textura esponjosa y la sencillez de sus ingredientes, y tras investigar un poco sobre su origen e historia ya me quedé convencido de que tenía que probarlo en casa. El resultado es un bizcocho sin gluten con un sabor delicado y una muy tierna, perfecto para desayunos y meriendas.
El pastel Biarritz original procede de una receta secreta que hoy siguen preparando en el obrador de la familia Albás en Barbastro, Huesca. Este dulce artesanal fue bautizado a principios del siglo XX siguiendo la moda del momento de veranear en la costa francesa, destacando como destino la localidad de Biarritz. Así se le daba un toque distinguido en una curiosa operación de marketing y que ha permanecido hasta nuestros días. Ahora me falta probar el pastel Biarritz genuino para comprobar si esta adaptación casera es digna de su nombre.
Batir aparte las yemas con el azúcar restante, hasta que doblen su volumen y tengan un color pálido. Añadir la sal y mezclar con el merengue, usando una espátula o lengüeta. Incorporar poco a poco la almendra molida, mezclando con movimientos envolventes, hasta conseguir una masa homogénea y esponjosa.
Verter la mitad en el molde, igualando la superficie con la espátula o el dorso de una cuchara. Hornear durante unos 20-15 minutos, hasta que se haya dorado bien por encima. Sacar del horno y repartir el resto de la masa. Bajar la temperatura del horno a 160ºC y hornear durante unos 18-20 minutos más. Esperar un poco fuera del horno, trasladar a una rejilla y dejar enfriar. Espolvorear con azúcar glasé y cortar en porciones rectangulares.
Con qué acompañar el pastel Biarritz
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