Si, señoras y señores, lucirse sin despeinarse es posible con esta tarta salada de de salmón, espinacas y queso gorgonzola que, tras pasar por el horno, queda tan requetebonita como se ve en la imagen. La culpable de la estética es la polivalente masa filo que, además y para más inri, le aporta una tremenda textura muy crujiente al conjunto.
¿Que no les gusta el salmón? Entonces lo pueden sustituir por otro perfectamente: merluza, bacalao o similar son pescados que funcionan igual de bien. Ah ¿que lo que no les gusta es el Gorgonzola? Entonces prueben con ricotta o requesón, verán qué suavidad le aporta. Como verán, esta tarta salada de salmón, espinacas y queso Gorgonzola es versátil y adaptable a todos los gustos.
Hervimos las espinacas en una cacerola medio vaso de agua durante unos 20 minutos. Las escurrimos, reservando medio vaso del agua de la cocción, y las pasamos a un colador. Retiramos el exceso de agua apretando con el dorso de una cuchara y reservamos.
Pelamos la cebolla y la cortamos en brunoise fina. Calentamos el aceite en una sartén y la freímos a fuego muy suave. Mientras la cebolla se fríe, retiramos la piel y las espinas del salmón y lo troceamos en dados. Lo incorporamos a la sartén y removemos para que se desmigaje mientras se cuece. Sazonamos.
A continuación, colocamos las espinacas escurridas sobre una tabla y las picamos ligeramente con un cuchillo bien afilado. Las agregamos a la sartén junto con la harina. Removemos y dejamos cocer a fuego suave durante 5 minutos.
Por último, incorporamos el queso Gorgonzola y removemos hasta integrar. Ajustamos el punto de sal y dejamos templar. Si la mezcla nos queda muy espesa, podemos aligerarla con el líquido que hemos reservado de la cocción de las espinacas.
Fundimos la mantequilla y engrasamos un molde desmoldable. Tomamos dos hojas de pasta filo, las colocamos sobre la base del molde y las engrasamos. Repetimos la operación dos veces más, pero colocando las hojas en un sentido distinto a las anteriores de modo que formen una estrella.
Una vez tengamos las seis hojas de pasta filo en el molde, vertemos el relleno esparciéndolo bien por toda la base y doblamos los picos de las hojas de pasta filo sobre el relleno. Tomamos las dos últimas hojas, las colocamos sobre el pastel formando arrugas y embadurnamos bien la superficie con mantequilla.
Horneamos durante 20 minutos a 180 ºC, con calor solo en la parte inferior. Después encendemos arriba y abajo y cocemos durante 5-10 minutos más o hasta que la superficie adquiera un bonito tono dorado. Retiramos del horno y dejamos reposar unos minutos antes de desmoldar y servir.
Con qué acompañar la tarta salada de salmón, espinacas y queso Gorgonzola
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