En una cacerola con abundante agua, cocemos los noodles según el tiempo que indique el fabricante. Los escurrimos y engrasamos con una cucharada de aceite de girasol para que se mantengan sueltos. Repartimos los noodles en cuatro cuencos o platos soperos y reservamos.
Los noodles se enfriarán al reservarlo pero no pasa absolutamente nada ya que, al incorporar el caldo que vamos a preparar a continuación, se calentarán al instante. No obstante, también podemos cambiar el orden de elaboración y empezar por el caldo para terminar con los noodles evitando así que se enfríen.
Preparamos todos los ingredientes para tenerlos listos al mismo tiempo: pelamos y rallamos el jengibre, retiramos las semillas del chile y lo picamos finamente, troceamos la pechuga en dados y laminamos los champiñones después de retirar la suciedad con un trapo húmedo.
Calentamos las otras dos cucharadas de aceite en un wok o, en su defecto, en una cazuela y añadimos el jengibre rallado y el chile picado. Inmediatamente después, ya que no queremos que se quemen, incorporamos el pollo y salteamos durante un par de minutos.
Cuando el pollo comience a tomar color, añadimos el vino y cocemos hasta que el alcohol se evapore. Dos o tres minutos serán suficiente. Agregamos entonces el caldo y llevamos a ebullición, incorporamos los champiñones, la salsa de soja y el vinagre de arroz.
Diluimos la maicena en un par de cucharadas de agua y la añadimos a la cazuela. Hervimos a fuego suave hasta que espese ligeramente. Por último, incorporamos los brotes de soja y removemos. Vertemos sobre los noodles que tenemos reservados y servimos inmediatamente.
Con qué acompañar los noodles picantes con pollo, jengibre y chile
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